martes, 14 de junio de 2016

Reflexión Teorías Éticas



La palabra ética deriva de ethos, que en griego significa carácter (es evidente la relación entre ambos). Los hábitos y las costumbres determinan nuestro carácter o personalidad, y acaban por condicionar nuestras acciones concretas.

La ética es fundamentalmente teórica, aunque está orientada a dotar al hombre de unas pautas concretas e comportamiento, mientras que la moral es más práctica, puesto que detalla unas normas que se encuentran fundamentadas en la reflexión ética.

Las teorías éticas tienen carácter normativo, pretenden la fundamentación de los postulados y normas morales. La ética es solamente una reflexión acerca de la moral. No pretende crear una nueva moral, porque sería una pretensión inútil.

Una teoría ética es una teoría filosófica que intenta fundamentar la moral, es decir, justificar su validez y legitimidad. Como toda moral, consiste en una serie de preceptos o normas (busca el término medio, haz lo que beneficie a la mayoría...) y una serie de valores (templanza, utilidad, felicidad…), la teoría deberá justificar precisamente estas normas y valores. Según el tipo de fundamento que proporcione, hablaremos de un tipo de teoría ética o de otro. Así, serán teorías distintas las que conciben y defienden la moral como una búsqueda de la vida buena o como el cumplimiento del deber.

Las distintas teorías éticas que se han dado a lo largo de la historia pueden dividirse en varios tipos, no sólo por el fundamento concreto que dan de las normas morales, sino también por el modo particular de darlo.

Las conductas humanas pueden ser justificadas desde el punto de vista moral acudiendo a distintas teorías éticas. Cada una de estas teorías parte de una determinada concepción de lo que es el bien, de lo que es bueno. Desde diversas perspectivas, las diferentes teorías éticas tratan de ofrecer una justificación de las actitudes morales y del carácter moral, ofreciendo también un modelo ideal de moralidad, un ideal de la buena vida, de la vida acorde con los valores morales.

Las éticas más significativas se pueden agrupar en alguno de estos tres modelos:

  • éticas teleológicas
  • éticas deontológicas
  • éticas dialógicas
  • Éticas teleológicas


Los que defienden este tipo de ética sostienen que la vida humana tiene una finalidad: por ello se llaman “teleológicas”, que quiere decir que se orientan hacia la consecución de un fin. Y este fin es la búsqueda de la felicidad. Todo lo que hacemos los seres humanos tiene una meta, alcanzar la felicidad, pues eso es lo que perseguimos con todos nuestros actos. En consecuencia, la vida buena consiste en hallar los medios adecuados para lograr ese fin, que es nuestro bien máximo. Las normas morales se justifican entonces por su contribución al logro de la felicidad humana: “debo seguir aquel código moral que me ayuda a alcanzar la felicidad”.
  Modelos de éticas teleológicas:
La felicidad no significa lo mismo para todos, sino que hay muchas maneras diferentes de entender en qué consiste la felicidad y cuáles son los medios para alcanzarla. Por ello, existen diferentes tipos de éticas teleológicas:
  •   El eudemonismo

El término “eudemonismo” proviene del griego eudaimonía que significa “ felicidad ”, la cualconsiste en el ejercicio, la actividad y la perfección de las capacidades y disposiciones propias del ser humano. Ser feliz, en suma, consiste en autorrealizarse ejercitando las disposiciones con las que estamos dotados.  
El creador y representante más significativo del eudemonismo es el filósofo griego del siglo IV a.C. Aristóteles.  Para Aristóteles, la actividad más propiamente humana es lo que los griegos llamaban “contemplación” ( teoría) que no es sino el ejercicio de las actividades intelectuales: el pensamiento y la argumentación: el ser humano es un “animal racional” y, por tanto, su felicidad está en el uso de su facultad más propia, la razón.
Pero nuestra vida no se reduce sólo a la contemplación, sino que actuamos constantemente en otras áreas vitales y con otras motivaciones (económicas, deportivas, laborales, sentimentales, etc.): estas actividades también influyen en la felicidad humana y, por ello, es necesario escogerlas y realizarlas con sumo cuidado. La virtud que nos guía en la correcta elección es lo que Aristóteles llamó PRUDENCIA y, según él, consiste en la moderación y elección del “termino medio” rechazando los extremos (el exceso y el defecto o insuficiencia ).

  •  El hedonismo: 
El hedonismo mantiene que la felicidad consiste en el placer . Por ello, la máxima moral hedonista se puede resumir en la afirmación: “debes buscar el placer y rechazar el dolor”.Ahora bien, por placer no entienden los hedonistas meramente el placer sensible, sino también y fundamentalmente otro tipo de placeres conectados con la amistad, el uso del intelecto, los sentimientos y la autorrealización del individuo.
El hedonismo aparece como teoría ética en la obra del filósofo griego Epicuro (341- 270 a .C.) y será luego continuada por el filósofo romano Lucrecio (96- 55 a .C.) y desde entonces por diversos pensadores a lo largo de la historia de la filosofía.
  • La ética estoica:
El estoicismo, que surge en la antigüedad en Grecia y se desarrolla sobre todo en la Roma imperial, es una de las doctrinas morales más importantes de la historia del pensamiento.
Para los estoicos el primer imperativo ético es vivir conforme a la naturaleza, lo cual equivale a decir conforme a la razón, pues la naturaleza es racional, es un orden justo.
Como el orden universal es justo, la aceptación del destino se convierte en la actitud debida. El hombre virtuoso es el que no se rebela contra el destino, el que acepta lo que le pasa porque comprende que estaba determinado a pasar. Todos los seres obedecen necesariamente al destino, unos por la fuerza y otros de buen grado. Allá donde el bueno va voluntariamente, el malo va por la fuerza. "Non pareo Deo sed assentior" (No obedezco a Dios, sino que me adhiero a lo que Él establece), dice Séneca. Ahí radica toda la dignidad y la libertad del hombre: conocer el orden necesario del mundo y ser parte consciente del mismo. Esta es la ventaja del sabio sobre el ignorante, lo que le da el estado de imperturbabilidad, que es el estado de felicidad para los estoicos: que sabe que todo está determinado.
Ahora bien, estando todo determinado, ¿en qué queda la libertad humana? En conciencia de la necesidad, la cual tiene un rendimiento práctico: la imperturbabilidad.
Todo obedece necesariamente al destino, como hemos dicho, pero el hombre puede resistirse a él, porque la razón del hombre puede extraviarse y oponer al bien universal un bien propio ficticio: salud, riqueza, honor, etc.

La naturaleza humana, como parte congruente con el todo de la naturaleza cósmica, es la norma de conducta, y toda tendencia natural es, por tanto, buena. Pero la naturaleza humana puede desorientarse, proponiéndose aquel bien ficticio, y entonces surge la pasión (pathos). Crisipo distingue cuatro tipos de pasiones:
  • -dolor, ante el mal presente
  • -temor, ante el mal futuro
  • -placer, ante el bien presente
  • -deseo, ante el bien futuro

Las pasiones separan al hombre de su felicidad y le hacen correr detrás de falsos bienes materiales; a medida que el hombre se afana en la consecución de esos bienes materiales, mayor es la necesidad (ficticia) de ellos. Frente a la pasión, la virtud consiste en el autodominio y en la apatheia (impasibilidad).

El desorden pasional proviene del error del juicio (de la inteligencia) y de una falsa opinión. La razón es culpable de este falso juicio.
Veamos. Todos los seres poseen un impulso instintivo a su propia conservación. En los seres inorgánicos, en los vegetales y en los animales ese impulso es inconsciente. Pero el hombre se distingue por poseer razón, con lo cual se eleva el impulso natural a volición racional, es decir, a elección. Por ello, en todo lo que hace el hombre hay un asentimiento de la razón. Si la pasión se origina, por tanto, es con el asentimiento de la razón. Los estoicos intentan mostrar hasta qué punto las pasiones dependen de nosotros. El mismo Crisipo habla del prejuicio que nos hace creer que es bueno y apropiado entregarnos a la tristeza cuando muere un pariente.
Siendo un efecto causado por un mal juicio, la pasión debe ser corregida atajando éste. Los estoicos pretenden apartar al individuo de las pasiones no por una resistencia -ascética- directa a ellas, sino por una corrección del juicio mediante máximas o sentencias razonadas (y este es el papel de la filosofía).

  • -La indiferencia de los bienes exteriores.
Sólo la virtud es un bien. Todo lo que no sea ni virtud ni vicio, tampoco será bueno ni malo, sino indiferente. Salud, enfermedad, riqueza, pobreza, suerte o infortunio, en tanto no dependen de la virtud o el vicio, son indiferentes. Todo es nada, salvo la disposición interior que es la sabiduría. En lo que nos sucede no hay bien ni mal: es lo mismo a efecto moral (que es la índole interior del hombre) ser rico que pobre, la enfermedad que la salud. Lo que distingue al sabio del hombre imperfecto es que no tiene más apego a lo uno que a lo otro; o, por lo menos, que no tiene un apego incondicional. (Crisipo ridiculiza, consecuentemente, los mitos platónicos sobre las recompensas y castigos de la otra vida, precisamente porque, según Crisipo, la virtud es autosuficiente y nunca deseable por otra cosa que ella misma). La virtud es lo único que debe perseguirse.


  • -El Cosmopolitismo.-


Los estoicos consideran un dictado de la razón el vivir en sociedad y participar en los asuntos públicos. Todos los hombres tienen una naturaleza común, que es la razón. De ahí que sólo deba haber una ley para todos los hombres y que todos ellos tengan una sola patria. El hombre (el sabio) no es ciudadano de este o aquel Estado particular, sino del mundo.

  •  El utilitarismo:  

El utilitarismo como corriente ética aparece fundamentalmente en la obra de Jeremy Bentham (1748-1832) y de John S. Mill (1806-1876).

Según estos autores, el móvil de la conducta humana está en la búsqueda del placer, pero su adquisición no se entiende como un logro del individuo singular, sino de la sociedad: la felicidad consiste en el bienestar de los muchos .Así pues, el criterio racional que hemos de utilizar para apreciar la moralidad de un acto es la consideración de las consecuencias que se derivan de él para la felicidad humana.

Referencias:

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